Don Anastasio era un anciano humilde, que vivía entre las montañas en una vieja y sencilla casa de piedra con su anciana esposa y su hija. Cada día al amanecer salía a trabajar a una pequeña huerta cerca de su casa. Allí cultivaba abundantes patatas, pimientos y toda clase de hortalizas. Su huerta era la base de la alimentación de aquella pequeña familia.
Uno de los días que lo visite, le pregunte directamente y sin rodeos: Don Anastasio: ¿es usted feliz?.
Él me miró como recriminándome por la pregunta y me dijo: “Parece mentira que usted con lo que ha estudiado aun no lo haya visto. Yo soy completamente feliz; yo soy feliz con nada me dijo de modo categórico y muy seguro. ¿Dice usted con nada?, le pregunté.
Ustedes los de la ciudad son muy complicados pues ¿es acaso necesario tener algo para ser feliz?
Me quedé mudo por la convicción y naturalidad con la que me estaban dando una gran lección. Yo aparentemente mostraba una cierta duda y me admiraba que pudiera ser feliz con nada. Pero él a su vez se admiraba y se sorprendía de que yo pudiera pensar que para ser feliz hiciera falta tener algo. Yo soy feliz con nada... en realidad no tenia ni que decirlo. Era palpable. Es la gran sabiduría de los humildes, sencillos e ignorantes según el criterio de este mundo nuestro. Cuantos más conocimientos, posesiones y deseos, mas lejos se esta de la felicidad.
Darío Lostado. Editorial Planeta. Barcelona, 1997