29/11/12

Cereza



'El Otro Yo' [Mario Benedetti]




Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando. Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.

El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las cicatrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Éste no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento le reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando, y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.

Gracias a Cereza por hacerme descubir este texto hace tiempo

Asha


No es que venga yo a descubrir la pólvora o a decir algo que nadie haya dicho anteriormente, pero sigue siendo una verdad como un templo: la televisión de este país es una mierda. Cuando digo que es una mierda me refiero a que lo único importante son los índices de audiencia y la publicidad, claro cuando pensamos en satisfacer unas facetas se descuidan otras de menor rentabilidad económica pero de mayor importancia: hacer una televisión de calidad que entretenga sin ser ofensivo o ayude a educar a los niños en valores. Es innegable que la televisión es un elemento educativo más, pero no debe ser el único, y ha de ser controlado.

Los dibujos animados de hoy son muy distintos a los que yo veía cuando niño, ya no emiten series como Heidi, Marco o Barrio Sésamo, que eran de una calidad educativa impresionante. Ahora la inmensa mayoría de las series de dibujos animados están basados en la violencia, y por supuesto, tienen marcado carácter comercial. Hoy día el juego es el siguiente:

  1. Creamos una serie o un personaje, como Bob Esponja o Hello Kitty, y hacemos una feroz campaña publicitaria, los ponemos en todos lugares y momentos para captar la atención de los niños, que no quieren otra cosa más que a Bob Esponja o Hello Kitty.

  1. Cuando tras tenemos, lanzamos al mercado la película (para que vayan a verla al cine los dos padres y el niño, al nada módico precio de 6 Euros por entrada, sin sumarle palomitas y refrescos), el videojuego (al nada desdeñable precio de 60 Euros), las sabanas, las tazas, los bolígrafos, las libretas, los bolsos, los peluches, etc.

  1. Cuando Bob Esponja o Hello Kitty han perdido su poder de atracción o la competencia ha creado una serie o un personaje NUEVO, yo retiro el mío de la programación y busco otro para comenzar con el proceso desde el comienzo.

Pues bien, al final de este oscuro túnel hay una luz, la que emana de Asha y que me ha devuelto la esperanza de que en televisión no todo sea pensamiento único. Ese es el nombre de la serie de dibujos animados, el nombre de una niña cuyo mejor amigo es Mutala, un emigrante senegalés. Creados por Josep Penya son unos dibujos animados cojonudos, de un valor educativo incomparable a cualquier otra cosa que yo haya visto en mi vida. Son unos dibujos comprometidos con los temas sociales que están a la orden del día, presentándolos desde el respeto por otras razas y la igualdad de género. Una serie que recomiendo a todo el mundo.

27/11/12

Un año y de vuelta

Casi un año despùes vuelvo a mi viejo blog. Muchas cosas han cambiado, y otras, por desgracia, no tanto. Nadie se habrá percatado de mi ausencia, pero da igual, voy a volver a retomar esto como una terapia. Espero volver a hacer amigos que me aporten cosas positivas y, por supuesto, retomar los viejos blogs amigos. Un abrazo filosofico gratis