2/5/09

Suicidio

No se que es lo que hay de normal, anormal, supranormal o subnormal, pero la realidad es que mientras que todo el mundo se siente profundamente alterado ante cualquier noticia de un suicidio, a mi, cada vez mas a menudo, me parece una de las soluciones mas plausibles a los muchos problemas que acucian al ser humano del siglo XXI.

El otro día, durante el periodo de una hora, en mi familia circuló el rumor del posible suicidio de un pariente. Todo comienza con la noticia del suicidio de un alto ejecutivo de una importante empresa hortofrutícola de la localidad, y una simple coincidencia de apellidos es el desencadenante de todo.

Todo el mundo ha pensado siempre que cuando alguien toma la decisión de quitarse la vida lo hace en un arrebato de locura de amor (la mas poética de todas las locuras), locura clínicamente diagnosticada (la mas sana de todas la locuras) o de locura económica (la mas terrenal de todas las locuras después del crack del 29 en Wall Street).

Pero la causa del suicidio no es única y exclusivamente la locura. Una cordura bien llevada también puede conducirnos a él. Cuando se ha perdido el sentido de la vida (situelo éste cada cual allí donde desee) la locura no es tomar la decisión de acabar con ella, sino todo lo contrario; la locura propiamente dicha consiste precisamente en empecinarse en continuarla como si esta poseyera algo que la ha de hacer prevalecer ante nada y que nadie.

Considero que es el más alto e importante acto de libertad que cualquiera de nosotros puede realizar hoy en día. Si hay algo que nos diferencie de los animales es la racionalidad. Al carecer de ella, los animales están dotados del instinto de supervivencia, anhelan evitar todo peligro para su vida. El ser humano, al poseerla, esta condenado a decidir