30/3/09

Condones


Menuda se esta organizando desde el Vaticano. ¡¡La están liando parda!! Pero como se suele decir: vayamos por partes. Todo ocurre desde las “inteligentísimas” palabras del señor Ratzinger en su visita al continente africano en las que el condón venia a ser un invento del demonio, como el neoliberalismo o las pipas facundo. No vamos a hablar de la enorme imprudencia que ha cometido este señor. Cuando casi la totalidad de la población esta enormemente sensibilizada con respecto a la necesidad de aunar esfuerzos en la lucha contra la pandemia en que se ha convertido en SIDA en el siglo XXI, estas palabras no suponen nada que no pueda ser considerado como un paso atrás, como una vuelta a la edad media en que todos deberíamos abandonarnos a la supuesta voluntad divina.

Las palabras de este imprudente anciano hubieran pasado con mas pena que gloria en cualquier otro continente, pero en África, las sensibilidades religiosas perduran inmutables desde hace siglos, allí cualquier cosa dictada por la santa iglesia es considerado un dogma que es creído y aceptado a pies juntillas. Después del enorme trabajo de multitud de organizaciones en materia de educación sobre la enorme importancia para la población africana del uso del preservativo como una medida de acabar con la progresiva contaminación de un virus que, dado el contexto económico en que se encuentra la mayoría de los países del continente, sigue siendo necesariamente mortal, produciendo una diezma en la población.

De lo que vamos a hablar es de lo que comúnmente se manifiesta en el ¡¡Haced lo que yo diga, pero no lo que yo haga!! Porque aquí la preocupación radica en que la finalidad del coito ha de ser la de reproducirse. Por eso estos “sabios ancianos señores” nos ordenan que cuando hagamos el amor con personas adultas, siempre de distinto sexo al nuestro, por supuesto, tenemos que hacerlo para tener hijos. Por eso centran sus preocupaciones en estos asuntos, porque la polémica de los abusos a menores siempre presente en el seno de la iglesia no muestra síntomas de tener carácter prioritario, ya que los niños y niñas de los que abusan no están en edad fértil, por lo que no atentan contra las normas de dios, que son las que al fin y al cabo han de prevalecer siempre en una sociedad que se precie.

Llegados a este punto se me ocurre que aquí la culpa de todo la tiene dios. En cierto, y lo digo en serio, porque todo hubiera resultado muchísimo mas fácil si nos hubiera dotado, como al resto de los animales, de ciertos periodos de celo en los que nuestro apetito sexual se despierta para cumplir con los designios de dios y una vez hecho esto desaparecer. Pues en lugar de eso, a nosotros nos “castigó” con un celo perenne, con la necesidad de luchar contra el deseo de fornicar con la única intención del placer, de aplacar nuestros instintos, ya sea con personas adultas de nuestro mismo sexo, de sexo opuesto o mediante el onanismo, conductas que legalmente deberían ser castigadas con penas durísimas. Aquí demuestran una vez más su sabiduría, y para tales menesteres eligen la conducta mas acertada, que no es la abstinencia, como muchos de nosotros ignorantes pensaríamos, sino que es el abuso infantil.

Entiendo que si la supuesta finalidad que otorgó dios a la copula entre humanos era única y exclusivamente la reproducción, se pueda llegar a considerar al preservativo como una manera de hacer frente a la supuesta voluntad divina. Pero del mismo modo entiendo que, si nuestra única misión en esta vida es la de hacer meritos para acceder a la vida eterna tras una muerte que llega única y exclusivamente a petición de dios, deberíamos estar igualmente en contra de todo aquello que suponga una manera de hacer frente a la supuesta voluntad divina. Pero, entonces, ¿Por qué no se castigó como debía al cirujano que operó al señor Wojtyla después de que el brazo armado de dios lo llamara a su presencia mediante una bala del calibre 9?